literature

Equinoccio capitulo 3

Deviation Actions

yumi-la-virtual's avatar
Published:
244 Views

Literature Text

Intentaba no pensar en ello, pues me sentía culpable que Leo pasase ese infierno sólo porque yo estaba a su lado, y, también me daba cuenta de que yo nunca podría ser correspondida por él, no porque él fuese mucho más guapo y listo que yo, si no porque se veía a la legua que él no me amaba, aunque me mirase de forma diferente a los demás, pero siempre supuse que era por mi sangre.

                -Buenos días-conteste de repente, al darme cuenta de que me había quedado pensando demasiado tiempo. Todos me miraron con una sonrisa en la cara, era normal que me quedase tiempo pensando en las musarañas, a lo que me sonrojé, como siempre.
                -Bueno chicos- dijo Esme, todavía con la sonrisa en la cara y cogiéndome de los hombros- iros al instituto que si no llegaréis tarde, además, con tantos buenos días no vais a dejar a Silvia desayunar- dijo mientras les guiñaba un ojo y se volvía a mirarme con su sonrisa en la cara, a veces me preguntaba cómo una persona podía estar feliz tanto tiempo.

                 -Adiós- fueron diciendo uno a uno mientras salían por la puerta, a veces me daban envidia, ellos podía ir al instituto y yo no, pero claro, debido a mi crecimiento acelerado por culpa de ser lo que era, un bicho raro, tenía que quedarme en casa, pues, que yo sepa, la gente normal y corriente no crece en un año lo que crece en tres, por poner un ejemplo, pues no tenía ganas de hacer operaciones de matemáticas, así que Carlisle y Esme me enseñaban por la mañana todo lo que sabía, mayoritariamente Esme, pues Carlisle se tenía que ir al trabajo en el hospital, otra cosa que envidiaba, pues él podía andar con sangre alrededor con toda tranquilidad mientras nosotros nos pondríamos inquietos, mi sueño era poder algún día convertirme en médico, como Carlisle.

Me fui a la cocina y me senté en uno de los taburetes mientras Esme me preparaba el desayuno. Como no los prepare pronto, creo que podría quedarme dormida encima de la mesa, pues hoy me había despertado varias veces por la noche y aparte, pronto.

                -Bueno, me voy- dijo Carlisle- adiós- y se fue, dejando un casto beso a Esme y un beso en mi frente. Suspiré, también me daban envidia ellos, tenían pareja y eran felices. Pero siempre mi rareza por el medio. El olor de unos huevos  con bacon me saco de mis cavilaciones.


                -Adiós- contesté metiéndome un cacho de huevo que quemaba, pero me daba igual, pues tenía mucha hambre. Los dos se rieron y Carlisle se fue.

                -Bueno…-dijo Esme distraídamente, Esme nunca hacía eso, algo tramaba- se acerca tu cumpleaños, ¿quieres algo en especial?-me preguntó.

Mi cumpleaños. No me había dado cuenta de que el tiempo se había pasado tan rápido. Mire el calendario. Estábamos a cuatro de Junio, quedaban dos días para mi cumpleaños. Suspiré. Si que quería algo en especial, me gustaría que las cosas cambiasen, que dejase de ser un bicho raro y que Leo me amase tanto como le amo a él, pero claro, los sueños no se vuelven realidad, y este no era para nada realista, así que deje el tema y conteste algo que también era verdad.

                -La verdad es que no lo sé, me has pillado desprevenida- dije mirando de nuevo al calendario, seis años, suspiré, iba a cumplir seis años, pero raramente tendría el aspecto de una niña de seis años, tendría el aspecto de una que acaba de cumplir los dieciséis o se acerca.

                -Bueno no te agobies, todavía tienes unos cuantos días para pensarlo- me dijo intentando calmarme, algo había visto en mi rostro que no la había gustado, así que me calme.

                -Podéis comprarme lo que queráis- dije terminando de desayunar, ya que lo había estado meditando y no quería nada en especial, a parte de mi sueño que era vagamente realista, por no decir nada.

                -Bueno- dijo riendo- si eso es lo que quieres… aunque tengo que asegurarte que Alice no te va a dejar tan tranquila- uff, la pequeña demonio Alice, Esme tenía razón, supongo que no me dejaría tranquila hasta que le dijese lo que quería, aunque, pensándolo bien, Alice con tal de gastarse dinero e ir de compras era feliz. Me reí internamente.

                -Tienes toda la razón del mundo- dije- me voy a cambiar de ropa- ya que todavía estaba en pijama, o mini-pijama debería de decir.

Me puse un pantalón de chándal y una camiseta que tenia por ahí para estar por casa, total, no tenía pensado salir, y si salía, ya me cambiaría. Baje las escaleras y me encontré con Esme y con una pila de libros apilados encima de la mesa, genial, hoy tocaba estudiar Literatura, Filosofía, Geografía e Historia, lo que menos me gustaba, y espera, que luego quedaba lo de después del almuerzo.

               -Bueno… ¿por dónde empezamos?- me dijo Esme alegremente, sabía perfectamente que las cosas que estudiaba los viernes no me gustaban ni un pelo, pero hay que mirarle el lado bueno, al día siguiente no habría clases en el instituto y tampoco tendría que estudiar yo.

               -Por… Literatura- respondí con un tono aburrido, pues de todas ellas, Literatura era la que menos me gustaba, todo eso que tiene que ver con palabras, verbos y cosas que utilizas día a día hablando y no necesitas estudiar, no íbamos por la misma onda.

-Pues venga, a ver que toca hoy…- dijo Esme abriéndome el libro.

La mañana se paso rápido, más rápido de lo normal, después de estudiar Filosofía, Geografía e Historia, almorcé y toco lo que me gustaba del viernes, la parte de Matemáticas, Trigonometría, Calculo y por último, Dibujo. Esme sabía que me encantaba el dibujo, por eso me puso esta "clase" a última hora de mi "horario especial", como lo llamaba yo, así tenía más tiempo, especificando, toda la tarde, y lo hacía más tranquilamente, aunque esto más que una clase, parecía una hora libre, pues dibujaba lo que me venía en gana.

Fui a mirar por los amplios cristales de la casa para ver si veía algo que me inspirara, por el camino hacia los cristales me encontré varios cuadros, todos con dibujos míos. Que apreciaran mi arte me gustaba mucho, pero no había que sobrepasarse colgándola por toda la casa. Al fin llegue a los cristales, mire por todos los lados y me encontré una pequeña ardilla que tenía en sus manos una bellota. Esta imagen se me quedó grabada en la mente y me dedique a reproducirla en mi hoja de dibujo. Cogí un lápiz y empecé a dibujar poco a poco sus ojos, su cabeza, el torso, sus manitas sujetando la bellota, hasta completarla entera, luego, cogí un lápiz un poco más oscuro y empecé a hacer los detalles, cuando termine, con otro lápiz más oscuro todavía, empecé a repasarlo, a darle volumen y realismo y a hacerle las sombras.

Estaba tan sumida en el dibujo que no me di cuenta de que los chicos había vuelto del instituto hasta que una voz me despertó de mi ensoñación.

-Que bonito- dijo una voz con asombro, aunque sabía perfectamente de quien era esa voz, me gire para ver el rostro del dueño, porque puede que por estar tan inmersa en el dibujo, se me fuese algún tornillo, como de costumbre.

Y ahí estaba, con sus ojos dorados fijos en mí, su pelo cobrizo, igual que el de Edward, pero el suyo, no sé porqué extraña razón, me gustaba mil veces más, estaba ligeramente despeinado, haciendo que le diese un toque sexy, un momento… ¿sexy?. Silvia… deberías alejarte de Emmett y Rosalie y de sus cavilaciones durante un tiempo… Una sonrisa traviesa le cruzó el rostro, que por cierto, estaba a escasos centímetros del mío. El pulso se me disparó. A estas alturas, ya tenía que saber lo que pasaba por mi cabeza hasta un gato que solía pasarse por allí. Deseché esa idea y gire la cabeza para mirarme las manos, que de repente me parecieron muy interesantes.

-Ehh… sí, muchas gracias- dije saliendo de mis ensoñaciones.

-De nada, ¿me dejas verlo más de cerca?- pregunto acercando una mano hacia el dibujo.

-¡Claro!- ¿qué pregunta es esa? ¡Por supuesto que se lo dejaba! Cogí el dibujo y se lo dejé. Al dejárselo, nuestras manos se rozaron y miles de descargas eléctricas recorrieron ese punto, lo cual me dejaron estática. El también pareció notarlo, pues se quedó quieto unos segundos, pero lo más seguro es que fuesen imaginaciones mías. Suspiré. Yo y mí sobre desarrollada imaginación.

Al pensar en eso, pensamientos pasados vinieron a mi mente, de cuando Leo empezó a tener más contacto conmigo, no es que mi sangre dejase de hacer el mismo efecto, ni por asombro, tampoco es que hubiese cambiado de olor, solo que, con el pasó de los días, parece que se fue acostumbrando, aunque no tenía tanto contacto físico conmigo como los demás, pero cuando era pequeña solíamos hablar de muchas cosas. He de añadir, que Leo era ligeramente infantilizado, no como Emmett, que a Emmett no había quien el superase, tenía el cuerpo de alguien de 20 años pero la mentalidad de un crío de 4, y si empezábamos a hablar de temas concretos, la de uno de 12 en la casita de playboy.

He de decir que ese toque de Leo me gustaba, pues no era tan aburrido como Edward, que era más soso que unas patatas fritas sin sal y, además, se acoplaba a mí, pues yo también era ligeramente infantilizada. Hoy un gruñido sordo y mire a Edward, tenía en la cara una mueca de dolor y enfado fingida, pero yo ya llevaba tantos años viviendo con él, bueno, eran pocos comparados con los que habían vivido el resto, que ya sabía cuando actuaba y cuando no. Como respuesta, le saque la lengua, a lo que él no tuvo más remedio que reír.

-Un día de estos te arrepentirás Silvia, el que avisa o es traidor…- dijo Edward, ya estamos con los refranes, ¿ves como eres aburrido, Edward? Pensé precisamente para que el me oyera. Iba a decir algo cuando Leo se le adelantó.

-Un día de estos me tienes que enseñar a dibujar- me dijo guiñándome un ojo.

-¿Es que tú no sabes hacer ya de todo?- pregunté- a no… que no sabes tocar la guitarra- dije con fingido desinterés, a lo que él se echó a reír- te enseñaré a dibujar cuando tú me enseñes a tocar el piano- solté sin pensar.

Él, al igual que Edward y Rosalie, sabía  tocar el piano, aunque a mí me parecía que era el que mejor tocaba. Siempre me asombraba de las maravillosas melodías que podían hacer un par de manos en un instrumento cómo ese, no sé cuantas veces había soñado que esas manos compusiesen una de sus preciosas melodías para mi… Silvia, céntrate, me dije a mi misma.

Bueno, como iba pensando, Leo sabía tocar el piano, pero no la guitarra, cosa que era otra de mis pocos talentos, así que siempre nos estábamos chinchando diciendo que éramos mejores músicos que el otro, cosa que le tenía que dar la razón, pues el tocaba mucho mejor que yo, pero me gustaban esas pequeñas riñas que teníamos, que siempre acababan en risas.

-¡Claro!- me prometió imitando lo que yo había dicho antes y se sentó de golpe a mi lado, saltando desde el respaldo en el impoluto sofá blanco- ¿Cuándo quieres que empecemos?- me preguntó.

Ahora que me daba cuenta, se estaba acercando el crepúsculo y no había salido de casa en todo el día.

-Cuando venga de dar un paseo- dije- llevo en casa todo el día y necesito tomar el aire y mover las piernas un poco- añadí mientras me estiraba notablemente.

Me dirigí hacia las escaleras, pero antes de subirlas me di la vuelta y, tal y como me esperaba, Alice estaba dando saltitos detrás de mí.

-Alice, voy a dar un paseo, no a salir en un desfile de modelos, así que no hace falta que sea tu Barbie durante esa tarde.

Me puso uno de esos pucheros suyos tan especiales, que hacían que a todos se nos cayese la baba, excepto a mí, pues estaba tan acostumbrada que ya no me hacían efecto.

-No- dije secamente, a lo que Alice se dio la vuelta enfurruñada y todos empezaron a reír.

Llegue a mi habitación y me enfunde unos vaqueros, una camiseta color pistacho de manga corta con vuelo, de esas que se aprietan en el pecho y unos deportivos. Para ir de paseo por el bosque no estaba nada mal, ¿no? Me peine mi pelo largo, castaño y liso, sin olvidarme de mi flequillo, me encantaba. Me miré al espejo, no era poco llamativo ni nada del otro mundo, suficiente para lo que iba a hacer, así que decidí bajar las escaleras para irme. Cuando llegue a la puerta, me despidieron.

-Ten cuidado- dijeron al unísono, como siempre, pues sabían a donde me dirigía, al bosque, aunque no tenía nada de peligroso, pero por si las moscas…- y no tardes- añadieron Esme y Carlisle, siempre preocupándose demasiado por mí.

Cuando puse un pie en el suelo del bosque, eché a correr. Era tal la sensación de libertad que sentías que te daban ganas de correr y no parar. Era una de las cosas que había adquirido de los vampiros, poder correr rápida e incesablemente, bueno, incesablemente no, porque tenía que parar a tomar respiros, pero más rápido y durante más tiempo que los humanos sí, lo suficiente como para poder subir una montaña en unos minutos, y eso es justo lo que iba a hacer.

En uno de mis otros paseos, subiendo esta montaña, me encontré una gran piedra que sobresalía y tenía unas hermosas vistas a la mayoría del bosque de la península Olympic. Además, si venías en el amanecer o en el crepúsculo, la vista era mucho más maravillosa. Instantáneamente, me enamoré de este lugar nada más verlo y solía venir siempre que podía, pues era mi lugar feliz y me libraba de mis preocupaciones y de todo el mundo. Allí siempre se respiraba paz y tranquilidad.

Llegue justo para ver el crepúsculo y para quedarme un rato más, pues quería estar un rato a solas sin nadie que me leyese la mente y me estuviese observando cada momento, así que me tumbe y cerré los ojos.

Cuando me quise dar cuenta, me había quedado dormida, y no unos minutos, si no casi hora y media, los rayos del sol ya no se veían ene l horizonte y solo se veían infinitas estrellas. Se deben de estar muriendo de preocupación, pensé.

-Me van a matar… ¡me van a crujir viva!- y me reí, esa frase no era mía, la decían en un programa de humor que solíamos ver todos los viernes, vaya, precisamente hoy era viernes. Una brisa fresca, más fría de lo normal, sopló. Me estremecí.

Note cierto calor en la frente y me la toque. ¡Mierda! ¡Me había subido la fiebre! Supuse que esta noche tocaría sesión de dormir con Alice, pues los medicamentos no me afectaban y tenían siempre que dormir cerca de su frío cuerpo, porque, aparte de que mi temperatura corporal era un poco más alta de lo normal, cuando me subía la fiebre, por la noche, tenía pesadillas y lo pasaba bastante mal. Solo dormía con Alice, pues Rosalie tenía cosas más importantes que hacer con Emmett, cosas que no me interesaban y me importaban pues eran asquerosas… Salí corriendo rápidamente hacia la casa, cuando de repente, me encontré con un enorme oso. Instintivamente, me pare delante de él, por lo que se dio la vuelta y me enseñó sus dientes relucientes. ¡¿Qué narices hace un oso en los bosques de Forks?! Deje eso para luego porque me di cuenta de que no importaba. Mi cerebro empezó a funcionar. Mi familia única y exclusivamente me dejaba cazar arces y otros animales inofensivos. Animales como el puma o los osos no, pues la parte que tenía de humana es que era casi tan frágil como los humanos, solo un poco más resistente, pero no lo suficiente como para que una mordedura de un puma o un zarpazo de un oso me matasen. No me di cuenta del peligro hasta que el oso levando su enorme brazo. Cerré los ojos, me lleve las manos a los oídos y chille con todas mis fuerzas.

De repente, oí un gruñido gutural y seguidamente, el sonido de algo que se choca contra algo, solo que esta vez a lo bestia, hoy mas gruñidos y alaridos del oso, que pronto cesaron. Me quede estática. Tenía tanto miedo que me había dejado clavada en el suelo.

Por arte de magia, unos brazos pétreos, pero acogedores, me rodearon abrazándome con repentina ansiedad.

-Silvia, ¿estás bien?- dijo con ansiedad la voz de un ángel que se parecía a la de Leo, supuse que el miedo y la fiebre me estaban afectando y estaba delirando, así que, simplemente disfrute del momento, aunque fuese un sueño muy realista, y abrace con fuerza al ángel.
De repente, unas lágrimas empezaron a brotar de mis ojos y empecé a llorar sin cesar.

-Shhh- me dijo Leo acariciando mi pelo intentando relajarme y con cierto tono de alivio en la voz- ya estas a salvo, todo paso- y seguidamente, dejo un beso en mi frente. Esto seguramente era la fiebre, si, era la fiebre, Leo nunca me daría un beso, ¿o sí? Silvia, no te hagas falsas ilusiones… Después de unos minutos, que a mí me parecieron los mejores de mi vida, cese de llorar y mire a mi salvador. No me pude creer lo que veían mis ojos, era Leo, ¿en realidad había pasado todo esto de verdad? Repentinamente, me tocó la frente.

-Tienes fiebre- repuso- te llevaré a que te vea Carlisle- y seguidamente me cogió en brazos y me llevo a la velocidad de la luz a casa.

En cuanto puso un pie en casa, una avalancha de preguntas vinieron de repente.

-¿Qué ha pasado? ¿Dónde estaba? ¿Qué ha hecho? ¿Está bien? ¿Necesita algo?- preguntas como estas salían únicamente de voces masculinas, supuse que las chicas se habían ido a cazar, eran tantas las preguntas que, mezcladas con la fiebre, me produjeron un terrible dolor de cabeza a lo que puse una cara de dolor de lo que, al parecer, Leo se enteró.

-Callaos, dejarla descansar- dijo con tono protector a lo que de repente todos se callaron- Carlisle- dijo llamándole- ven, creo que le ha subido la fiebre.

-¿Qué vamos a hacer? Alice y las demás se han ido de caza.

La fiebre y el sueño estaban haciendo efecto en mí, lo único que vi fui a Carlisle preguntar a Leo si estaba seguro y luego asentir. Supuse que habrían tenido una de esas conversaciones que tienen mentalmente, bueno, más bien que tiene mentalmente Carlisle, puesto que él no le puede decir lo que piensa mentalmente a Leo, como hace solo él, así que siempre tiene que contestar.

Lo único de lo que fui consciente es de que me metían en mi cama y que algo frío me rodeaba con sus brazos pétreos y me ponía la mano en la frente. Estaba tan caliente mi frente que supuso un gran alivio para mí que esa mano se posase en mi frente, así que me quede dormida al instante.
Bueno pues aquí el capi 3, espero que os guste, creo que a sido un poco más largo que los demás xDD
© 2010 - 2024 yumi-la-virtual
Comments11
Join the community to add your comment. Already a deviant? Log In
rox-cullen-swan's avatar